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[Habría leído la carta que le enviaste al menos un ciento de veces, o así era cómo lo sentía él al menos. El pergamino ya se sentía desgastado bajos sus dedos, las marcas de los dobleces amenazando con romper el delicado material en algunos puntos, pero aún lo conservaba cuidadosamente dentro de su obi.
Por supuesto que ha asistido demasiado puntual a la cita, tímidamente declinando las ofertas de las otras geishas de la casa de té que le ofrecían compañía en lo que esperaba. No le insteresaba realmente, por que en su corazón sólo había una persona a quién deseaba ver en aquel momento.]