Es un día despejado pero frío, más frío que la primavera incipiente de los últimos días, aunque probablemente los cambios en el clima son la menor de tus preocupaciones ahora mismo. Porque en estos momentos, acabas de despertar en una habitación que no conoces, en un lugar que jamás habías visto, en medio de un valle montañoso, oscuro y lleno de bosques.
Tal vez tuviste la suerte de despertar en la opulenta, aunque algo avejentada habitación de un castillo, uno de los muchos repartidos por el borde de las montañas del valle. La mayoría de ellos son pequeños, algunos incluso casi simples torres, pero todos están hechos de piedra, y no tienen muchos más habitantes que tú y las otras cuántas personas que hayan despertado allí también. O quizás no fuiste tan afortunado, y simplemente volviste a la conciencia en una pequeña cabaña o una casucha de aspecto medieval, en medio del pueblito al fondo del valle. Las casas allí son humildes y sencillas, pero tienes techo y tus despensas bien apertrechadas, e incluso un par de cabras o gallinas en tu patio trasero.
O puede ser que no hayas tenido nada de suerte y por algún motivo hayas despertado en una cripta alguno de los castillos, o en un pequeño mausoleo del cementerio a unos kilómetros del pueblo, o en una cueva escondida a los pies de las montañas. Sea como sea, al menos tendrás algunas acomodaciones como un par de sillas, una mesa, una lámpara y... aquello en lo que despertaste, que estás bastante seguro que es un ataúd muy bien forrado. Extraño, ¿no es así?
Claramente ya no estamos en la tierra de Nada, y de alguna forma hemos retrocedido a una época antigua (tal vez los 1700 o 1800, para quienes sepan algo de historia), y las condiciones de vida son las de ese entonces: nada de luz eléctrica o agua potable o medios de comunicación, la necesidad de proveerse de su propia ropa y comida, un bosque misterioso y lleno de peligros... bueno, tal vez no es tan diferente al panorama usual.
Tal vez el que se sienta más diferente seas tú. Tal vez. Puede que no, y en realidad sólo se trate de tener que acostumbrarte a este nuevo escenario, averiguar dónde están las personas que quieres, explorar los alrededores. Pero puede que, si tienes poderes, a medida que avance el día vayas sintiéndolos cada vez más débiles. O, por el contrario, puede que extrañamente sientas que tu oído mejora, que eres más veloz... pero que la luz del sol te molesta, y que tienes una extraña sed. O puede ser que por algún motivo hayas recibido armas, como ballestas, estacas o arcaicas armas de fuego, y un instructivo para usarlas.
Lo que todos habrán recibido el día de hoy, y que quizás lo haga más claro, será un pequeño folleto que dirá algo como "¡Bienvenido a la vida de aldeano/cazador/vampiro!", indicándote que tú eres una de las tres categorías. Pero seguramente es sólo parte del juego, ¿no? Seguramente esta sed que sientes es que no has tomado agua por lo turbia que se ve, o nadie realmente espera que uses tu nuevo armamento, o esos ojos brillantes que aparecen entre los árboles tras tu casa sean solamente los lobos que escuchaste aullar en el bosque y no otra cosa, alguna cosa que pudiera salir del cementerio...
Para bien o para mal, probablemente terminarán de descubrirlo cuando, en algún lugar de Transilvania, el sol se ponga.]
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