"Han pasado cuatro días desde que el primer sujeto (en adelante, Sujeto A) presentó los primeros síntomas. La exposición a las inclemencias del tiempo, más específicamente una tormenta de nieve, y a los desconocidos elementos patógenos en el ambiente, es la causa detrás de lo que, a todas luces, es un fuerte caso de gripe.
Hemos observado a Sujeto A a medida que su condición ha empeorado, siendo capaces de reconocer las primeras señales de enfermedad. Habría comenzado de forma imperceptible, con un engañoso estremecimiento subiendo por su espalda y asentándose como un persistente dolor detrás de sus ojos y sienes. Después de eso, los malestares musculares y la debilidad del cuerpo, y las palpitaciones en la cabeza se habrían manifestado sólo luego de que las mucosidades comenzaran a correr libres como ríos en deshielo. Entonces, los primeros y violentos escalofríos de la fiebre, que a medida que ascendieron en temperatura fueron convirtiendo su garganta en un seco desierto, acompañado de una tos que pareciera querer expulsar algo vivo, y probablemente verde, de sus pulmones. Todas estas son por supuesto libertades poéticas que nos hemos tomado para describir el fenómeno, dado que no tenemos acceso a su experiencia consciente subjetiva, pero basados en la observación del comportamiento de Sujeto A, podemos al menos concluir con cierta seguridad una cosa: No Es Placentero.
En el siguiente día, Sujeto A habría continuado sus interacciones normales, en desconocimiento de ser portador de la enfermedad, la que sólo se propagó más rápidamente debido a las condiciones ambientales adecuadas: una alta humedad debido a la gran cantidad de nieve en la que la tormenta antes mencionada prácticamente sepultó al pueblo, las bajas temperaturas, y la protección limitada que otorgan las viviendas de este asentamiento. Al tercer día Sujeto A cayó en cama, pero ya era demasiado tarde, y aquellos otros sujetos con los que entró en contacto eran parte de la cadena de contagio.
Así es como llegamos al panorama actual, con más de la mitad de la población presentando síntomas en distintos grados de avance, y la propagación de la enfermedad tomando caracteres de epidemia. Es interesante, sin embargo, observar cómo los sujetos se enfrentan al azote de la enfermedad, teniendo en consideración los escasos recursos con los que cuentan. Los que aún están sanos, ante la falta de medicinas, alimentos o calefacción, han debido echar mano de sus recursos personales y de un sentido de comunidad para resistir el embate de la epidemia. Podemos contemplar, allí a la derecha, a algunos individuos que se encargan de tareas agrícolas y de recolección para proveer a los enfermos de hierbas medicinales y productos frescos que aporten vitaminas; mientras, en los bosques, los cazadores y los granjeros se encargan de conseguir la carne, lana y madera con los que poder abrigar a los caídos y alimentar a aquellos que han adoptado el rol de cuidadores, tanto de los suyos como de individuos de otros grupos. Las medicinas son repartidas con cautela hacia aquellos especialmente débiles, y el intercambio es la tónica del día a día, junto a la cacofonía de estornudos, toses y quejidos.
Aquí es cuando debemos detenernos a preguntarnos: ¿será esto suficiente? ¿Logrará su sentido de comunidad
mantener a flote a esta pequeña población y sobrevivir la epidemia y, más importante, lo que resta del invierno? En definitiva, son necesarios más análisis para llegar a evidencia concluyente, pero este equipo cree, basado en nuestras observaciones, que aún hay esperanza para los sujetos de estudio y que la mayoría, sino todos, se recuperarán para llegar a ver una nueva primavera.
... A menos que un cataclismo ocurra primero, que no lo hemos descartado.
No tenemos nada más que reportar."]
((Voz de documental off: POST DE GRIPEEE. Para todo el h/c que necesiten en sus vidas, beware of the MOCOS.))