Todo el día || Todas partes
[Por una vez, parece ser un día tranquilo. No hay cartones de bingo de besos, o una invasión de flores que repartir, o competencia entre alegres y gruñones. No, hoy es un día hermoso, despejado y soleado, uno de esos raros días de otoño que se sienten como un día de fin de verano que llegó varios meses tardes a la fiesta.
Sin embargo, sí hay algo un poco fuera de lo común, porque en este mundo los días 100% tranquilos no existen realmente. Aunque esto parece ser bastante... inofensivo, a no ser que se lo ignore o se esté distraído.
Repartidos y escondidos por los lugares más rebuscados, hay huevos comunes y corrientes. Quizás te levantas de la cama y pisas uno. O vas a abrir la alacena y te cae en la cara. Incluso si no te cruzas ninguno, quizás vean un cartelito recomendando que se busquen estos huevos, porque tarde o temprano van a empezar a pudrirse y La Gerencia no piensa encargarse de la mugre o el olor.
Lo bueno es que La Gerencia es lo suficientemente gentil y generosa (?) como para dejar que los huevos sobrevivientes como regalo adelantado de Pascua y que se usen para lo que quieran. Hacer el desayuno de mañana, lanzárselos a alguien que les cae mal. Todo vale. Incluso hay unas mesitas con pinceles y pinturas, en caso de que quieran dar rienda a suelta a su lado más creativo y pintarlos y decorarlos de cualquier forma.]