Tierra de Nada

[Seguramente estos últimos días, más de alguno se habrá sentido algo... inquieto.

Y no es que se les pueda culpar-- heridas fantasmagóricas, eventos traumáticos y recuerdos que tal vez deseaban dejar muy lejos en el pasado regresando sin previo aviso son situaciones que podrían inquietar, perturbar a cualquiera. En contraste, uno pensaría que una noche compartida en cama con otra persona podría ser casi reconfortante, un remedio contra la soledad de sus preocupaciones... pero la conexión forzada puede ser casi tan angustiosa como la ausencia de ella: vernos en una posición vulnerable, o ser confrontados con fantasías y pasiones que no sabíamos ahí, o que, muy por el contrario, estábamos haciendo un gran esfuerzo por ignorar.

El dolor y las revelaciones de la posibilidad de la muerte. El arrebato y los apetitos de la certeza del deseo. Eros y tanatos, en su sempiterno baile, en cuyo camino pareciera que sólo riegan caos y confusión. Si tan sólo hubiera alguna forma de poner orden a ese caos, si hubiera alguien que fuera capaz de presentar una luz para guiarlos a través de esa confusión, de prestar un oído a sus dudas y dolores, de ofrecer un consejo o una reflexión, de ayudarlos a comprenderse más a ustedes mismos...

Oh. Tal vez el avezado psiquiatra local pudiera ser una opción. Y, por suerte para todos, hoy el doctor está dentro... de su consulta.

Un auspicioso tiempo para un poco de quid pro quo, de todas formas. Porque, aunque el respetable Dr. Lecter ha habilitado una consulta en su propia casa y está dispuesto a ofrecer sus servicios a cualquier pobre alma que los necesite, en estos momentos cuenta con un solo paciente (incluso si es uno que lo mantiene bastante entretenido), y aún está considerando cómo darse a conocer. Bien, por cortesía de la H. Gerencia, y en posible atención de la precaria salud mental de los habitantes de la Tierra de Nada, es que hoy los pacientes llegarán directamente a su consulta, en una sesión de prueba gratis*.

Así que si tu vida está llena de tribulaciones que tal vez sería mejor que pudieras trabajar, posiblemente te encuentres de pronto sentado en un cómodo sillón, en una sala lo más sobria y elegantemente arreglada, dadas las circunstancias. Y, frente a ti, un hombre igualmente sobrio y elegante, cuaderno y lápiz en una mano, que te sonreirá y dará la bienvenida con gesto cortés.

Puede que creas que no necesites terapia, y la mera idea te haga reír, o te indigne profundamente. Bien, pues como la H. Gerencia (y el Dr. Lecter) sabe qué es lo mejor para ti, una fuerza invisible mantendrá sellada la habitación, impidiéndote salir sin importar cuánto grites o golpees paredes-- aunque te recomendamos encarecidamente que cuides tus modales. No, la habitación sólo se abrirá hasta que al menos le des una oportunidad a la idea de la terapia. Quién sabe, puede que al terminar el día te sientas aliviado, o liberado de tus demonios internos, o descubras verdades reveladoras sobre ti mismo que nunca habías tenido oportunidad de reflexionar, y decidas continuar con algunas sesiones más, ya sea por curiosidad o por convicción. Después de todo, tal y como algunas comidas (especialmente ciertas carnes), la terapia es un gusto adquirido.

¿No estás de humor para terapia obligatoria? Eso también está bien. Porque, algunos otros con fortuna diferente, el día de hoy no terminarán en la consulta del doctor... pero tal vez sí sientan un extraño impulso para compartir situaciones que los afligen con otros, buscar un oído comprensivo, o simplemente estallar con el primer extraño que se les cruce por delante. Y tal vez esa persona o ese extraño también sientan el extraño impulso de escucharlos y permitirles ventilar sus preocupaciones.

Porque, donde hay dolor y muerte, también hay deseo, y para eso siempre necesitaremos a un Otro. Y tal vez la suerte te guíe el día de hoy justo a ese Otro indicado para enfrentar el tipo de dolor, o el tipo de deseo que te aqueja.

Suerte, sí. Pero nunca dijimos que fuera buena suerte.

*Todos aquellos que participen de una sesión de prueba con el Dr. Lecter contarán con una amnistía secreta que los protegerá de la posibilidad de ser devorados en los próximos tres meses. No que hubiera una razón por la que fueran a necesitarla, en cualquier caso, pero más vale prevenir que lamentar.]

((¡Post de terapia! Lo que dice el post: si su personaje aparece en la consulta de Hannibal, no podrá salir hasta que permita que Hann lo terapee un poco. Si no quieren arriesgarse con Hann, igual pueden usar el post para que sus personajes hablen de sus problemas afuera, ¡o como quieran!))