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Buenos y hermosos días, Nadalandia. ¿Recuerdan cómo estaba el paisaje todo cubierto por agua? Pareciera que fue ayer... No, un segundo: ¡sí fue ayer!
No, no lo soñaron. Ayer, si tuvieron suerte, pasaron el día retozando sobre hermosas balsas naranjas, o pataleando dentro del lagomar crecido, donde se esperaba descubrieran sus propias realidades ocultas. "Las aguas no construyen verdaderas mentiras", dijo un filosófo francés, y también que "la pena del agua es infinta". "Nadalandia da las terapias gratis, de nada", dice la Gerencia.
En fin. Hoy es otro día, e independientemente de si se atrevieron a confesarse o si terminaron en uno de los gabinetes de consulta de nuestros confiabilísimos consejeros, el agua ya bajó y, aunque quizá tengan que afrontar consecuencias de lo que hablaron o dejaron de hablar, todo volvió a la normalidad.
Todo excepto una cosa. Debido a que la mansión era ya muy alta (seis pisos), la benemérita Gerencia se ha puesto de plácemes porque hoy también se inauguran...
...redoble de tambores...
...pausa de emoción...
¡ELEVADORES!
¡Así es! A partir de este día, podrán optar entre seguir ejercitando las piernas o utilizar este valioso invento de la civilización moderna para llegar a los pisos superiores.
Estos se encuentran al lado de Harvey la puerta. Tienen sobre ellos un enorme y bello moño rojo y una gran tarjeta que dice: "Con cariño para todos los que los usen."
Y por si eso fuera poco, es posible que este día puedan hacer muchos amigos nuevos. ¿No es maravilloso?]
((OOC: Siéntanse libres de usar con libertad esta adición al edificio. Pueden tener encuentros casuales con extraños, quedarse atorados ahí si se corta la energía, etc.
¡DIVIÉRTANSE!))