Okay, okay. Veamos... [Huh. Lamenta decepcionarte, pero no va a contarte un cuento yaoi. Respira hondo y cierra los ojos para pensar mejor. Nota mental: usar lenguaje de cuento.] El Beduino se sienta junto a la cama en la que el príncipe duerme con los ojos abiertos, y deja que el... aire del desierto le ayude a encontrar palabras. Y empieza a contar un cuento:
"Sabrás, oh príncipe, que esta historia comienza mucho tiempo atrás, en un oásis en mitad del desierto de Judhayfa."
"Descansaba allí una familia de mercaderes, fatigados de un largo viaje. La noche parecía fresca y en paz. Los camellos dormían a la orilla de la laguna. Nadie vió escabullirse a Farid ben Adnan, el hijo mayor del mercader, en dirección a los roqueríos, con un rollo de antiquísimo pergamino guardado en el cinto, junto a su espada."
"Farid era, ¡ay! aficcionado a las Malas Artes. En los muchos viajes de su familia había hecho, a escondidas, compañías de las peores. En sus tratos con las brujas había aprendido a dominar el fuego y el agua, a multiplicar las crías de los camellos y a evitar las tormentas del desierto. Pero también a llamar a los espíritus, y desear el mal."
"Farid llevaba largo tiempo intentando convencer a su padre de detenerse en aquel oasis particular, alejado de las rutas más comunes de las caravanas. Sabía que ese era el lugar de reposo de un antiquísimo Ifrit, y durante años había soñado con atraparlo para obtener fama y fortuna, y dejar así la vida de mercader, que despreciaba."
"Trepado en lo alto de las rocas, dibujó el Sello de Salomón en el suelo y recitó las palabras mágicas que el pergamino indicaba. Despertó así al Ifrit que habitaba el lugar, que apareció furioso, dispuesto a atacarlo por haberle sacado de su largo sueño. Farid arrojó aceite al suelo e intentó contenerlo en la lámpara mágica que había traído, pero nada podría haberlo preparado para la inmensidad del poder del Ifrit, y el miedo le ganó. Sólo el Sello que había dibujado lo protegió del fuego. El Ifrit, vengativo, dió media vuelta y Farid vió con horror que se dirigía hacia el campamento de su familia."
[¿Se está metiendo en la historia? Se está metiendo en la historia. Huh. Hablar es más fácil que escribir. Y le gusta, le gusta hacer esto. Prosigue.]
"¿Qué te parece hasta ahora, oh príncipe?" Preguntó el Beduino, interrumpiendo la narración un momento. Pero el príncipe parecía tan vacío como siempre. El Beduino suspiró y se preparó para continuar: "Muy bien. Pues ya verás, se vuelve aún más increíble."