Aquí es cuando la historia se va por otra rama. Te mencioné que la otra persona con un demonio de fuego estaba mal de la cabeza. Era una señora mayor conocida como la Bruja del Páramo. Habían problemas con ella: amenazó a la hija del rey, le hizo algo al Mago Real, y luego el hermano del rey fue a buscarlo y desapareció también. Muy malas noticias. Hasta mató a mi maestra. Además, llevaba meses tratando de echarme encima una maldición. Es una de las razones por las que me escondía. Pero bueno, al final me acabó llegando la maldición. Muy astuto, por cierto, siguiendo un poema de John Donne. Mientras tanto vigilaba al demonio de la bruja, que se había disfrazado de profesora de inglés de mi sobrino en Gales.
¿Sabes para qué me quería echar la maldición? La muy loca se estaba haciendo un marido con pedazos del mago Suliman y del príncipe Justin, y mi cabeza sería la cerecita del helado. Se estaba fabricando su rey para ser la nueva reina de Ingary. Curiosamente el demonio tenía otros planes: quitarle mi corazón a Calcifer porque a su bruja se le estaba pasando la fecha de expiración.
Y bueno, las condiciones se empezaron a cumplir y se acercaba el plazo. ¿Y qué hago el día del plazo? Me emborraché, Clow. Estaba cagado de miedo. Tuve al menos la delicadeza de mandar a toda la familia de Sophie a la casa para que la mantuvieran a raya y no se metiera en líos. Pero la bruja no me iba a dar descanso, y atacó la casa de mi hermana en Gales. Y bueno, cuando regreso a Ingary me encuentro con que habían engañado a Sophie y la habían secuestrado.