En un pueblo había una invasión de ratones y no sabían que hacer. Un día llegó un flautista que pidió un saco de oro para deshacerse de los ratones. El rey dijo que se lo daría, así que el flautista tocó su flauta y consiguió hipnotizar a todos los ratones para que salieran del reino.
Pero el rey decidió no pagarle, así que el flautista volvió a tocar su flauta, esta vez hipnotizando a los niños del pueblo, que lo siguieron bailando: el flautista se los llevó hasta que el rey finalmente le pagó.