[Oh cómo sea. Se endereza despacio con un wince, sólo lo suficiente para poder sentarse y apoyarse contra ti. Abrazarte implicaría tener que mover más músculos de la espalda de los que le gustaría en esos momentos, así que se conforma con poder alcanzar tu mano y entrelazar sus dedos. Toma aire y lo suelta despacio, sintiéndose relajar así y... finalmente dejarse temblar un poco.
Porque sí tuvo miedo. Sí estuvo asustado. Sí pensó que moriría. Así que aunque trata de que su voz suene tranquila, se escucha temblorosa]
Bueno, yo crecí en un cementerio rodeado de muerte, en definitiva no le tengo miedo ni nada similar, y aún así, no quisiera que murieras. No quiero enfrentar ese tipo de despedidas. No creo que sea irónico. Ser familiar con la muerte no implica querer tener que quedarse atrás.