[No. Sabe que no te quedarás tranquilo y no te sentirás bien si al menos no te das una vuelta para asegurarte de que no hay nadie en peligro a quién puedas ayudar. Y prefiere acompañarte, si vas a hacer eso.]
Seguro. [Te sonríe con esta cara, dándole un toquecito al pomo de su espada con la punta de su garfio.] Estos últimos días han estado demasiado tranquilos, y ya me conoces: nunca puedo resistirme a una buena aventura.