La primera vez que intenté practicar desobedeciendo las órdenes de mi padre, terminé encerrada en mi habitación por varios días. Me fue prohibido hablar con alguien, mi hermano incluido, aunque mi padre fue lo suficientemente generoso como para dejar en mi habitación materiales para hacer bordados, libros de poesías... ese tipo de cosas.
[Ríe por unos breves segundos] Mi hermano tuvo que escalar para entrar a mi habitación por la ventana, pero los guardias lo delataron y tuve que ser encerrada en una habitación sin ventanas.
[Pausa por un momento antes de seguir] Volví a desobedecerlo luego de eso. Prohibir algo a un niño sólo aumenta su deseo de querer hacerlo.