[Deja escapar un breve sonido entre divertido y exasperado.]
Mi padre me permitió aprender algo de esgrima cuando era pequeña. Cuando el rey intentó prohibirme continuar practicando, decidí que yo no iba a permitirle eso a él.
Continué entrenando por mi cuenta, y más tarde Uther tuvo que resignarse a conseguirme un tutor apropiado, a riesgo de que pudiera hacerme daño sin un guía.