Tristán es mi siervo y camarada-- el arco y los ojos del rey. Pero tú eres el camarada y el compañero de la mujer y el guerrero que es el rey. No eres mi arco, pero mi vaina. Por supuesto que pienso que eres espléndido, y... [Ahora es ella la que aparta la mirada un momento.] ... y por supuesto que te confiaría mi espalda con más gusto. Naturalmente, a mis ojos eres un oponente formidable, así que... no creas que menosprecio tu valor sólo por enaltecer al que di por perdido.