¡¡No, no está bien!! ¡Nada de esto lo está! ¡Te marchaste, estuviste apunto de morir, y ahora que regresas ni siquiera--! [Se le quiebra la voz otra vez, y ahora se cubre la boca con una mano, intentando controlar las ganas de llorar. No va a hacerlo frente a ti.]
... No debiste haber regresado. Si iba a ser así, no debiste hacerlo.