Para la niña de cinco que escapa desnuda de su baño y su nuevo hermano porque quería bañar a los potros recién nacidos (¿¡Eres mitad caballo!? ¡¿Un mono?! ¡Regresa de inmediato, mocosa insolente!).
Para la niña de diez que lo derrota y de todas formas pierde el duelo (¡Escucha, Arturia! ¡Si dejas puntos abiertos para tu siguiente oponente esto no puede considerarse una victoria!).
Para el joven rey aterrado, incapaz de respirar por la pérdida de una espada que debió haber estado a su lado hasta el final de sus días (Está bien. No te pongas a llorar, estúpido. Ten-- hace tiempo que no hago uno, así que no sé... HEY, ¿¡TE ESTÁS BURLANDO!?).]