[Ahora es cuando agradece tener un gran abrigo de cuero, porque se arrebuja en él mientras camina con dificultad sobre la nieve, cubriendo sus ojos con un brazo para protegerse del viento que le hace más difícil avanzar. Grita tu nombre de vez en cuando para hacerse oír por sobre el aullido de la ventisca, mirando hacia todos lados.]