Claro que lo tienes. Pero no vas a dármelo. Pero eso es algo que ya sabía.
[Ese día, igual que los demás. Su mano trató de alcanzarte... Pero todo se volvió rojo.]
Mi indulgencia... Es como mi paciencia. Muy limitada. Y no está destinada a ti. Pero tampoco soy idiota y sé que en este lugar no puedo matarte. Así que no pienses no pienses que esto es indulgencia, padre.
[Adiós. Si no sale de ahí pateará cosas. Las pateará fuera.]