[...][Se detiene, poniéndose frente a ti con sus manos sobre tus hombros.]
Todo un muchacho testarudo, ¿hm? [Finge considerarlo, mirándote.] Este es el asunto, Bae; ¿puedo llamarte Bae? Ahora mismo no tengo ninguna razón en lo absoluto para creer cualquier cosa que me hayas dicho. [Mentira, sí tiene algunas, pero shhh. Sacude uno de tus hombros como si te estuviera arreglando el saco.]
Así que, hasta que puedas mostrarme algo que me convenza, tampoco tendré una razón para creer que este peligro del que me hablas existe. Y no sentiré la necesidad de evitarlo, ¿entiendes lo que digo, muchacho?