[Te vuelve a quedar mirando un momento. ¿De dónde salió este tipo, y quién se cree..? Ah. Cierto.]
... Aye. Soy un hombre famoso, después de todo. [Vuelve a alzar la pistola, que había bajado un poco en su desconcierto, pero acercándola a su cuerpo y haciendo que apunte hacia arriba, listo para volver a apuntarte de ser necesario. Se acerca unos pasos, como quién no quiere la cosa.]
Entonces aclaremos un par de cosas, Su Majestad. En primer lugar, no importa quién seas yo no te debo ninguna obediencia, por lo que puedes guardarte tus órdenes para ti mismo. Yo haré lo que se me dé la gana, cuando se me dé la gana. En segundo lugar, aún no respondiste mi pregunta. Algo de lo que estás comenzando a hacer un hábito, y algo que a mí está comenzando a gustarme cada vez menos, francamente. Así que te daré una tercera oportunidad para darme una respuesta que me deje satisfecho: ¿cómo se supone que me conoces?