Recuerdo que él fue el primero en contarme historias sobre los tesoros mágicos de los duendes. [Mira hacia el mar, ahora, pensativo.]
Probablemente fue por aferrarme a su recuerdo que la idea de robar el oro de las Criaturas terminó conformándose en un plan. Supongo que no pueden decir que las historias antes de dormir no paguen, al final del día.