Tiempos desesperados, mate... Como fuere, la noche nos atrapó regresando al barco otra vez, y decidimos que por una noche podríamos dormir en tierra firme. Algunos hombres juntaron algo de leña, mientras el resto subíamos los víveres al barco...
Y fue una suerte que la mayoría estuviéramos abordo cuando se encendió la primera fogata en la playa.