[Ah, tocar la herida fresca era uno de los malditos hábitos que Ayato tenía, siempre metiendo el dedo en la llaga. La sangre había empezado a hervir y aun cuando su mirada se mostraba hostil no hizo movimiento alguno, ni siquiera retrocedió cuando este corto la distancia.]
¿Te gusta dar consejos ahora?
[Escupió esas palabras aun asimilando el tiempo que había transcurrido y en el cual estuvo completamente perdida.]
Ahora resulta que los humanos son más que nosotros. Noticia de última hora, idiota; siempre ha sido así.
[Después de todo ellos habían sido las ratas que se escabullían en las calles. ¿Qué había de nuevo en eso? Aunque lo último la había dejado algo confusa.]