Habían pasado... casi diez años, en ese entonces. [Habla con voz queda, absolutamente evitando mirarte ahora.] Y yo no había dejado de buscar una forma de salir. No iba a hacerlo.
... Así que, cuando escuché que las piezas de su corazón podían abrir caminos hacia otros mundos, no lo dudé demasiado. [Traga con cierta dificultad.] Encontré una de las piezas... y me la quedé.