[Mantiene su mano ahí, viendo hacia el fuego más que hacia ti]
Nunca me caí, al menos. Y todavía me acuerdo de todas las plantas. No podría hacer una poción ni tratando, pero me acuerdo de para qué servían. Por las noches le contaba a Arran. Él y yo compartíamos cuarto. A veces, si me había ido mal, o cuándo regresaba de Concilio, Arran se acostaba conmigo y me abrazaba con fuerzas mientras dormíamos, cómo si quisiera protegerme. Arran nunca tuvo miedo de tocarme.