[Te mira un momento más, aún sonriendo levemente, antes de acomodarse en el trono y mirar hacia adelante con gesto pensativo.]
... Necesito una mano, sin duda. Pero también necesito ojos. Como bien dices, Merlín no estará complacido con esto. [Por decir poco. Su sonrisa se acentúa, pero es amarga ahora.] Amenazó con asesinarme de atreverme a poner un pie en la ciudad, después de todo.