[Luego de haber tambaleado él mismo por los temblores, se acerca de nuevo. Por un momento la niebla se disipa y puedes verlo, pero también lanza un hechizo que te atrapa por el cuello con una fuerza invisible, dificultando tu respiración o que puedas hablarle.]
Vete de aquí. [Matarte no serviría de nada.] Escóndete, huye a donde quieras, sólo aléjate. No quiero tener que cruzarte, o verte, o saber de tu presencia.