Sus motivos, sí. Pretender que aún éramos amigos hizo un maravilloso trabajo evitando que pudiera abrir los ojos y verlo por lo que realmente es. Una manera realmente sencilla de evitar que me volviera contra él, permitirme creer una mentira.
Aunque Merlín tuvo menos éxito. [Chasquea apenas la lengua.] Pobre chico, nunca logró disimular cuánto me odiaba.