[... No puede evitar sonreírte un poco cuando dices eso, porque--]
Sé que tienes tu propia fortaleza, señora, y por eso es que te lo digo ahora. Eso es otra cosa que admiro de ti. [...] Y tienes razón. Es justamente porque no pensé que fuera justo para ninguno de los dos que me lo siguiera callando que terminé de decidirme a decírtelo.