No sé, el encanto de una guerra de comida es la espontaneidad. Como en esas películas del Hollywood de Midgard donde alguien grita "¡Guerra de Comidaaaaa!" en un comedor de escuela, y de pronto hay fruta y carne sorpresa volando a la cara de todos. Planearlo parece contrario a la tradición. Caos organizado no es buen caos.