Bien... cuando se lo pedí, el rey permitió que se me enseñara esgrima, pero mi entrenamiento no era ni de cerca tan exigente como el de Arthur o los futuros caballeros de la corte, por supuesto.
Eso no era suficiente para mí, y sabía que ya había obtenido todo el favor de Uther que podría. Así que le pedí a Gwen que me ayudara a entrenar por mi cuenta. Su padre era un herrero, y no sería muy difícil para ella hacerse de una espada, o manejar una a su vez.