[Lo piensa. No está muy seguro al respecto aún, a pesar de haber soltado la lengua tanto sobre su hogar. Le gustaría más oír la historia de este rey que contar la suya, hacer preguntas sobre su situación. Pero sería una grosería negarse. ¿Qué hacer?]
De lo mío no queda tanto que contar, sir. Sólo fui un niño malcriado que estuvo de pie en una encrucijada, que decidió cambiar un imperio materialista por uno espiritual. Ahora mis planes de destino dependerán de quién elija Shou-Lao como soberano en el futuro. Por eso mi comportamiento hace unos minutos, porque pensé que podía adivinarlo tal vez.