[Él sí reconoce la decoración, claro que sí. Las paredes de piedra, las armaduras, las alfombras, y los viejos pendones y cuadros de personas igual de pálidas que él, con los mismos ojos astutos...
Se sentiría nostálgico sino fuera porque reconoce el momento. Basta ver a los hombres de trajes caros esperando junto a la entrada con aspecto sombrío, hablando en voz queda y guardando silencio súbitamente cuando un pálido niño de diez años entra al salón. El niño los saluda por su nombre, los hombres responden con aire respetuoso. Pero cuando el niño pregunta por su padre, se miran entre ellos y no responden en lo absoluto.]