[Acaricia el dorso de tu mano, y se pone a murmurar junto a tu oído otra vez, risueño.]
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, lámparas y la línea de Durero, las nueve cifras y el cambiante cero, debo fingir que existen esas cosas. Debo fingir que en el pasado fueron Persépolis y Roma y que una arena sutil midió la suerte de la almena que los siglos deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira de la epopeya y los pasados mares que roen de la tierra los pilares. Debo fingir que hay otros. Es mentira. Sólo eres tú. Tú, mis desventura y mi ventura, inagotable y pura.