[Se acaricia la barbilla un poco.] En primer lugar, y por obvio que sea, eres el resultado de la unión de dos mundos. Divino y mortal. Eso es suficiente para llenar unas cuántas planas de elaboración filosófica.
Pero a mí, personalmente, me parece más interesante el hecho de que seas un hijo de Hades. Eres, casi literalmente, vida que surge desde dónde no debería existir vida en absoluto. [Se encoge ligeramente de hombros, volviéndose un poco a su telescopio.] Sé que en tu realidad las cosas no funcionan exactamente así, pero creo que da para pensar de todos modos.