[Te sonríe un momento, y luego mueve el brazo que no tiene sobre tus hombros para buscar tu mano y darle un apretoncito.] Claro, por qué no. Has pasado casi toda tu vida leyendo, y eres bastante buena relatando esas historias. Yo mismo lo sé.
Quizás algún día deberías intentar relatar tus propias historias. A mí, al menos, me encantaría leerlas.