Transcurre un rato de tranquilidad antes que se remueva un poco en su sueño.
Está oscuro, y apenas puede distinguir su alrededor: Por algún motivo su cuerpo se siente completamente pesado y los pasos le cuestan mucho más esfuerzo de lo normal. No hay sonido alguno, como si el mundo repentinamente se hubiese quedado totalmente mudo. Y es entonces cuando un flash de luz brillante prácticamente inunda sus retinas de colores; Misaki está ahí y son los dos en la azotea de la escuela una vez más, disfrutando de las cosas más absurdas y sencillas de la vida, porque sólo son los dos en aquel pequeño escenario. Es cálido como ningún sueño debería poder serlo. No debes dejar la jaula Y por algún extraño motivo el viento mece sus cabellos y sus ropas… y repentinamente está viendo una marca en el pecho de Misaki que no debería estar ahí. La marca de Homra está ahí brillante y orgullosa: y cuando alza la vista la mirada de Misaki parece estar viendo más allá de él. Entonces; fuego. Se está quemando vivo bajo el ardor incesante y arrasador de las llamas… y no son cualquier tipo de llamas; porque cuando voltea la mirada ahí está Suoh Mikoto una vez más, con aquella eterna mirada de desinterés. “Quémenlos….” Y cae una vez más, porque es débil ¿No? Nunca ha sido capaz de soportar la presión del aura del pelirrojo. Todo arde, como si su cuerpo estuviese intentando rechazarle y expulsarle fuera de su propia piel. U-Ugh… Y cuando vuelve la vista a Mikoto-san… Misaki está ahí, unas hermosas alas de fuego en su pequeña espalda. Yatagarasu… Saruhiko no tiene alas, nunca las ha tenido… Sus manos tiemblan en deseo de extenderlas hacia el más bajo , pero no puede… “¡Mikoto-san es tan genial! ¡Es como si mi pecho rebosase al verlo. Como si pudiera hacer cualquier cosa!” Sus ojos son tan brillantes… Se está quemando lentamente, sin que nadie pueda notarlo… Ah pero es su castigo por ser demasiado débil…]