El niño fue usado por gente cuyo deber primordial era amarlo y protegerlo, no usarlo cómo si fuera un ser artificial sin emociones ni sentimientos. El niño merecía una vida feliz rodeado de su familia y hermana y merecía tener gente que se preocupara honestamente por él y no solamente seres que buscaran sacarle provecho ni que lo convencieran de que merecía morir.
Esos dos hermanos pequeños fueron víctimas. Ninguno de los dos fue el responsable.