Mis días de superrhérroe terrminarron cuando intenté volarr hacia la escuela desde el segundo piso de mi casa. Porrque como imaginarrás, no podía volarr ni hacerr nada especial, cosa que nadie dejó de rrecorrdarrme luego, perro clarro, nunca se les ocurrió decírrmelo antes de lanzarrme desde la ventana, ¿no? En fin, tuve el cuerrpo completamente enyesado porr trres meses y los niños del barrio no dejaban de escrribirrme "Súperryeso" y cosas porr el estilo, burrlándose de mi falta de súperrpoderres. Esa es la rrazón de porrqué también odio los yesos, perro podemos hablarr de eso en otrro momento.