1/2
Vivimos encerrados en un laberinto que cambiaba todos los días y que por las noches lo asechaban unas criaturas grotescas llamadas Grievers, que si te herían sufrías por días si tenías suerte de que te administraran el antídoto porque de otra forma morirías. No, no teníamos palabras más amorosas porque no teníamos tiempo para pensar en eso.