Su pérdida, como dicen. Pero si he de seros honesto, creo que mi álter ego últimamente había estado contemplando seriamente la posibilidad de aceptar vuestra amable oferta. Claro, antes de que su enfermedad desatara una paranoia galopante, eso es. [Se encoge de hombros.] Si hubiera sido lo suficientemente cortés como para aceptar vuestra invitación antes, no hubiera tenido ese problema, en mi opinión.