[Se ve genuniamente preocupado.] ¿Audaz caballero? ¿Tiene algún malestar? [Se acerca para intentar tocar tu frente.] ¿Quizás vos sois el que tenéis fiebre? Decidme, ¿sentís un súbito impulso de poneros a cantar de manera espontánea? Porque si es así, entonces me temo que yo sea el culpable de contagiarlo con mi entusiasmo.