[Piensa un momento. A ver, dijiste que tenías ocho años...] Ya sé. [Te mira, con una ligera expresión triunfal en su mirada.] ¿Dijiste que tenía cuatro, no? Bueno, ese año en el Día de Acción de Gracias fingimos que jugábamos un partido de fútbol americano dentro de la habitación del motel y yo boté el televisor al piso y lo descompuse. Cuando volvió papá, tú le dijiste que tú lo habías roto. Se molestó mucho y tuvo que pagarlo... [Sonríe ligeramente, casi con nostalgia.] Creo que nunca se enteró de lo que había pasado en realidad.