Ah, bueno. [Se acaricia el cuello.] Se llama Narnia, y la primera vez llegamos ahí a través de un ropero. Resulta que allá yo soy algo así como... un rey. [Enrojece un poco y se apresura a agregar:] Pero eso no es importante. Lo que quise decir es que me hace sentir diferente. Más como un narniano y menos como un colegial londinense.