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[Se permite un leve encogimiento de hombros.] Yo me maravillé. ¿Pero me negarás intuírlo? Ambos sabíamos que pasaría-- todas tus deudas -todas tus promesas-, las cumples; no había sorpresas ahí.
... Y estabas alegre. No había razón para quebrar eso; ni tu pena ni la mía habrían deshecho lo que ya era.