Oh, pero la gente tiene tan poca visión. [Se detiene a tres metros de tí, amenazador.] Yo siempre he pensado que sólo se necesita tener buena mano. [Levanta la suya a la altura de su rostro.] Te mostraré. ¡Siéntate! [Chasquea al tiempo que dice eso, y de pronto puede que sientas que una de tus tibias se rompe.]