[Te contempla largos segundos, imperturbable, casi pensativo.] Es triste, ¿sabes? Que incluso cuando se te da la opción de seguir en paz, tú eliges de todas formas el camino hacia tu destrucción. Pero supongo que ya debe ser casi una costumbre, ¿no? Le has agarrado el gustito a sentir el sabor de tu propia sangre en la boca.
Pero, lo que más lamento, es que Sam va a tener que ser testigo de esto otra vez. Eso es muy cruel de tu parte, Dean, en serio. Como si tu hermano no hubiera tenido suficiente con verte morir a sus manos una vez.