[Parpadea y suelta una risotada, con las cejas alzadas.] ¿Mis animales? Disculpa, pero la última vez que me fijé, no fui yo el que llenó de alimañas la fila hacia el Purgatorio.
Los demonios, claro, son otro cuento completamente distinto. Ahí puedes reclamarme lo que quieras.