¡Ojos míos, lanzad vuestra última mirada! ¡Brazo, dad vuestro último abrazo! Y vosotros, ¡Oh, labios! Puertas del aliento, sellad con un legítimo beso el pacto sin fin con la acaparadora muerte. ¡Ven, amargo conductor! ¡Ven, guía fatal! ¡Tú, desesperado piloto, lanza ahora de golpe, para que vaya a estrellarse contra las duras rocas, tu maltrecho bajel, harto de navegar!