[Intenta controlarse y calmarte a ti llevando tu mano entre las suyas hacia su pecho.] No, madam... Por supuesto que no me burlo, no quise ofenderla... ¡Dios sabe que no quise ofenderla! [Ríe otro poco.]
[Ok, ya consiguió recuperar el aliento. Pero puede que suene un poquitín histérico.] Pero me produce gracia que crea que mis sentimientos hacia usted no son lo suficientemente profundos cuando yo estoy aquí, casi incapaz de dejar de mirar su rostro por culpa de la ilógica sensación de pérdida que invade mi corazón cada vez que lo hago.